27 junio 2013

Bacterias, su evolución constante a través de 4 000 millones de años

El primer ser vivo de la Tierra, hace cerca de 4.000 millones de años, fue una bacteria.  Ahora, mutan fácilmente en condiciones adversas del espacio y son un peligro para las misiones espaciales.

Capaces de sobrevivir incluso a la radiación, corroen los equipos y pueden suponer un riesgo tanto para su estructura como para la integridad física de sus ocupantes.
Para ellas, ni siquiera las durísimas condiciones del espacio exterior son un obstáculo insalvable. De hecho, sobreviven incluso a las gélidas temperaturas que hay más allá de la atmósfera terrestre. Y lo hacen sin agua, sin nutrientes y sin nada que las proteja de la intensa y letal radiación del Sol y las estrellas. Las bacterias llevan viviendo dentro y fuera de la Estación Espacial Internacional desde que ésta empezara a ensamblarese, a finales de 1998. Y ahora se están convirtiendo en un problema serio, tanto para su estructura como para la integridad física de sus ocupantes.

Dio la voz de alarma hace ya un año Anatoly Grigoryev, vicepresidente de la Academia rusa de Ciencias, durante una conferencia científica celebrada en Moscú. Y no es para tomarlo a broma. Setenta y seis clases de microorganismos diferentes han sido identificados hasta el momento a bordo de la plataforma orbital. Muchos de ellos resultan inofensivos, pero algunos han demostrado ser perfectamente capaces de causar graves daños.


En palabras del propio Grigoryev, recogidas entonces por la agencia Interfax, “Ya tuvimos esta clase de problemas en la vieja estación espacial MIR, y ahora los tenemos en la ISS. Las bacterias están atacando la estación. Estos organismos corroen los metales y los polímeros y pueden causar fallos en los equipos”. Con el agravante, además, de que se trata de bacterias mutantes, es decir, que han cambiado para adaptarse a unas condiciones muy diferentes de las que estaban acostumbradas. Y nadie sabe hasta dónde pueden llegar estas mutaciones. Para Grigoryev, también la tripulación corre peligro: “La multiplicación incontrolada de estas bacterias -sostiene el científico- puede causar enfermedades infecciosas entre los miembros de la tripulación”.



La cámara del Apolo XII
Por supuesto, los responsables de las misiones de abastecimiento a la ISS han intentado por todos los medios que ninguna bacteria se colara en los cargueros espaciales. Pero no han tenido éxito. La historia se repite desde los mismísimos albores de la era espacial. El 20 de abril de 1967, por ejemplo, cuando el vehículo no tripulado Surveyor 3 aterrizó en la Luna llevaba a bordo, entre otros objetos, una cámara de TV. Dos años y medio después, el 20 de noviembre de 1969, los astronautas Pete Conrad y Alan Bean, del Apolo XII, recuperaron esa cámara y la trajeron de vuelta a la Tierra. Cuando los especialistas de la NASA la examinaron, se sorprendieron al encontrar en su interior especímenes de Streptococus mitis vivos. La NASA determinó que esas bacterias ya estaban dentro de la cámara cuando los astronautas la recuperaron. Es decir, que llevaban allí incluso desde antes del lanzamiento del propio Surveyor 3. A pesar de ello, lograron sobrevivir sin excesivos problemas durante 31 meses en el vacío desolador de la superficie lunar.

Otro ejemplo es el de la ya desaparecida estación espacial rusa Mir. En 1990, cuatro años después de su lanzamiento, se encontraron 90 clases de microorganismos diferentes a bordo. En 2001, cuando la Mir fue desmantelada, la cifra había crecido hasta 140. Los informes de los últimos cosmonautas hablaban de lámparas corroidas, agujeros en los paneles de control y filtraciones en los sistemas de abastecimiento de aire y alimentos.

Los expertos de las distintas agencias espaciales saben muy bien que las condiciones de temperatura y esterilidad del interior de la ISS resultan de lo más favorable para el desarrollo de estas bacterias mutantes. Y también saben que hasta ahora han fracasado todos sus esfuerzos por erradicarlas. De nada ha servido, por ejemplo, rociar el interior de los módulos con líquidos antibacterianos. Ni someter a las tripulaciones y a las naves a los más rigurosos controles antes de abandonar la Tierra. El siguiente intento será enviar en una de las próximas misiones de abastecimiento a la ISS una potente lámpara de luz ultravioleta para tratar de mantener a raya a estos incómodos pasajeros.

Sobreviven en el exterior
Diferente cuestión, sin embargo, son las bacterias adheridas a los paneles exteriores de la estación espacial. Diversos experimentos han demostrado que estos microorganismos son capaces de sobrevivir durante largos años en las condiciones más extremas del espacio exterior. Y no está claro en qué radica esta increíble capacidad de supervivencia ni hasta dónde pueden llevar las mutaciones futuras de estos organismos.

El primer ser vivo de la Tierra, hace cerca de 4.000 millones de años, fue una bacteria. Las condiciones de aquel mundo primitivo nada tenían que ver con las actuales, pero a pesar de ello las bacterias sobrevivieron y colonizaron el planeta entero. Durante los 3.000 millones de años siguientes, ellas fueron los únicos habitantes de nuestro mundo. Toda la diversidad de vida que vemos en la actualidad se desarrolló después, pero a pesar de ello seguimos viviendo, en la actualidad, en lo que la Ciencia llama la Era de las Bacterias (Archea). Ellas siguen siendo, en efecto y a pesar de las apariencias, las auténticas dueñas del planeta que creemos controlar.

Está previsto que la Estación Espacial siga funcionando hasta 2020. Habrá que ver si de aquí a entonces los expertos de la NASA han conseguido erradicarlas. De no ser así, podría ser necesario abandonar la estación mucho antes de lo previsto.


http://www.abc.es/ciencia

15 junio 2013

Próxima Modificación a la Ley Universitaria.

Desde los años ochenta, la ley 23733 rige la educación universitaria nacional. A pesar de haberse dado leyes que abordaban temas específicos, sobre todo entre los años 2005 y 2006, ésta sigue vigente. No obstante, mucho ha cambiado en los últimos 30 años y las dinámicas de la educación superior no son las mismas, por lo que la necesidad de realizar cambios que adecuen la legislación a la situación actual es innegable. Sin embargo, la interrogante que se ha apoderado de las conversaciones de los involucrados en el sector es cuánto debería cambiar esta normativa.

La nueva ley universitaria está aún en la etapa inicial de su construcción. Las próximas semanas, e incluso meses, las propuestas y los cuestionamientos sobre qué incluir, qué omitir y los efectos de estas medidas sobre el sistema actual seguirán ocupando la agenda nacional. Estas próximas discusiones tendrán como protagonistas a las universidades y tres jugadores, cuyos roles e incluso permanencia en el sistema de educación superior podrían variar significativamente:

La Asamblea Nacional de Rectores (ANR) es, de acuerdo con su propia definición, el ente rector de estudio, coordinación y orientación de las actividades universitarias del país. No obstante, cabe mencionar que, tal como su nombre lo indica, está integrado por los mismos rectores de las universidades públicas y privadas. Sería sorprendente que apelen en contra de los intereses de sus representados.

El Consejo Nacional para la Autorización del Funcionamiento de Universidades (Conafu) es desde el año 1995 el ente que autoriza el ingreso y funcionamiento de una universidad. Es un ente autónomo de la ANR.

El Sistema Nacional de Evaluación, Acreditación y Certificación de la Calidad Educativa (Sineace) tiene desde el año 2007 como fin garantizar la calidad educativa. Ello través del Consejo de Evaluación, Acreditación y Certificación de la Calidad de la Educación Superior Universitaria (Coneau); sin embargo las acreditaciones son facultativas y como resultado de débiles incentivos, son pocos los que se someten a ellas.

La creación de un nuevo ente independiente regulador y fiscalizador de las universidades en el país es uno de los temas más controversiales dentro de las propuestas de la reforma universitaria. La figura de este nuevo ente responde a la necesidad de estandarizar la calidad en el nivel educativo universitario. Sin embargo, es aquí donde el límite entre la regulación y la autonomía de las universidades, sobretodo privadas, se enfrenta.

Con el Decreto Legislativo Nº 882 (1996), Ley de Promoción a la Inversión en la Educación, se promulgó el derecho de crear y conducir Instituciones Educativas Particulares por parte de cualquier persona natural o jurídica, así como de que éstas tengan finalidad de lucro. No se puede asegurar la causalidad de esta con los problemas de la educación superior peruana. No obstante, lo que es cierto es que entre el 2005 y 2012 la creación de universidades llegó a 56 nuevas institucinoes. Es decir, por cada año se crearon siete universidades, de las cuales seis de ellas fueron privadas. Existe ahí, supuestamente, evidencia de que algo está fallando. Se ha incrementado el número de universidades, de tal maneras que ahora hay instituto educativos superiores más cerca a más población. Ahora ha llegado el momento de preocuparse por velar mejor por la calidad.

artículo tomado de:
http://semanaeconomica.com/article/servicios/118786-a-proposito-de-la-proxima-modificacion-a-la-ley-universitaria/